Dónde se habita la presencia de Dios

Dios vive entre su pueblo. Dios pasea con su pueblo. Dios no vive en ningún rincón particularmente. Como afirma la profecía de Natán: “De esta forma afirma el Señor: ¿Me construirás una vivienda para habitar? Desde el día que saqué a los hijos de Israel de Egipto hasta hoy, no tuve casa para vivir, pero estuve con ellos y solo tuve una tienda para vivir. A lo largo de en todo momento que anduve entre los hijos de Israel, jamás dije a ninguno de los jueces de Israel, a quienes yo había puesto por pastores de mi pueblo Israel: ¿Por qué razón no me edificas una vivienda de cedro? (2 Sam 7, 5-7). Otro artículo que exhibe exactamente la misma iniciativa es: «¿Procuró Dios tomar un pueblo y distinguirlo del resto a través de pruebas y señales, milagros y riñas, actuando con mano estable y con enorme golpe, realizando las cosas enormes cosas que el Señor logró por ti en Egipto y lo viste con tus ojos? (Dt 4,34). Al final: “Habitaré entre los hijos de Israel y voy a ser su Dios, y van a saber que yo soy el Señor su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto para habitar entre ellos. Yo, Yahvé, voy a ser su Dios» (Ex- 29, 45-46).

No obstante, el AT asimismo mantiene que la presencia del Señor actúa de una forma especial en el tabernáculo o el templo. Aquí es donde está de forma privilegiada la santidad o gloria de Dios. Aquí hay tres imágenes distintas. La primera es la nube. Como entendemos, la nube es la presencia y manifestación persistente de Dios que guiaba a Israel día y noche: “El Señor iba enfrente de ellos, mostrándoles el sendero; de día iba en una columna de nubes; noche, en una columna de fuego, alumbrandoles, para caminar a la noche como de día» (Ex- 13, 21). Y de esta forma afirmaría Salomón: «Ha dicho el Señor que habita en la nube» (1Re 8, 12. Es atrayente en este último ejemplo que la palabra es raphel, o sea, una nube obscura. Esta nube se posó en el tabernáculo (el primer modelo del templo) se llenó de una forma que Moisés ha podido. Merece la pena ver que la nube y la gloria se hablan de indiferentemente en el próximo ejemplo: “Entonces la Nube vino a contemplar la Tienda de Asamblea y la Gloria del Señor llenó el tabernáculo. Moisés no ha podido ingresar mucho más en la Tienda de Asamblea, pues la Nube quedó allí y la Gloria del Señor llenó la morada.” (Ex- 40, 34-35) (p.9). Otros ejemplos: Ex- 13,21; 40,36-38; Nm 9,15; 12,5; 14,14; Dt 31,15. “El Señor las mostró en el almacén, en la columna de nube; la columna se encontraba a la entrada de la tienda” (Dt 31,15) (p.9 ).

Índice
  1. Lo que nos ofrece la existencia de Dios
    1. DESARROLLO
    2. Dios se realizó hombre

Lo que nos ofrece la existencia de Dios

La existencia de Dios es algo mucho más preciosas que tenemos la posibilidad de hallar. En Su presencia, Dios nos llena de Su amor, Su paz, Su gozo y Su presencia. En su presencia, Dios nos ofrece la fuerza para proseguir, para combatir contra todo el mal que nos logre pasar y para vencer todos nuestros óbices. En su presencia, Dios nos ofrece la promesa de que siempre y en todo momento va a haber un futuro mejor. Su presencia es nuestra fuerza, nuestra alegría y nuestra promesa.

La existencia de Dios es una expresión de la naturaleza, el poder y la gloria de Dios. En la Biblia, la existencia de Dios con frecuencia se detalla como una llama de fuego. Por poner un ejemplo, en Éxodo 3:2, Moisés vio «una zarza que se quemaba, pero no se consumía».

DESARROLLO

1. A TRAVÉS DE LA CRUZ

¡Es un enorme privilegio poder poder ingresar directo a la existencia de Dios! Es esencial comprender que el pecado y la naturaleza pecaminosa es lo único que nos puede dividir de la plenitud de su presencia y que pone barreras entre Dios y el hombre, pero Jesús resolvió todo lo mencionado en la Cruz y para vencer.

Dios se realizó hombre

El Dios eterno y también infinito que está en el cielo se realizó hombre en la tierra, el hombre Jesucristo. Él es Dios y al tiempo un auténtico hombre, que ha experimentado todos y cada uno de los puntos de la vida humana, pero sin pecado. Ya que tiene una vida de carne y sangre, Jesús ha podido fallecer en la cruz por nuestros errores y reconciliarnos con Dios.

Una vez que el Señor Jesús murió en la cruz, fue enterrado, y tras tres días resucitó. 1 Corintios 15:45 es un versículo fantástico:

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Juan de Jesus

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