Por qué se llora en la presencia de Dios

Dios está en todas y cada una partes y no hay rincón en este mundo que Él no logre lograr. En balde la multitud se «ocultó» de él, por el hecho de que Dios todo lo ve y todo lo sabe. Entonces, ¿qué es lo que significa buscar a Dios? ¿Por qué razón nos anima la Biblia a «aproximarnos» a él? ¿Cuál es la diferencia entre alguien que no está entusiasmado en procurarlo y alguien que está ansioso por conocerlo? Si bien la existencia de Dios está en todos y cada espacio del cosmos, no es obvio que Su presencia esté en todas y cada una partes, y sí, eso hace toda la diferencia.
¿Está Dios que se encuentra en tu vida?
Considera lo que Dios te afirma en el Evangelio.
En este momento que vas sendero de Jerusalén para enfrentar la Pasión, me dejas una lección que alumbra mi vida. En este pasaje puedo conocer de manera fácil vuestras 2 naturalezas: la humana y la divina. Eres un Dios real y un hombre real. Este pensamiento ha de estar conmigo estos días para lograr entender que todo cuanto vas a presenciar, lo vas a vivir desde esta situación de tu ser. Eres el Dios-hombre que llora la desaparición de un amigo. ¿Por qué razón lloras, Señor? ¿No sabías en tanto que Lázaro iba a resucitar? Me enseñas que vives el sitio con intensidad. Sabes el enorme mal que padecieron Marta y María y no te es indiferente. Te me presentas como el hombre de el día de hoy, el que el día de hoy me acompaña y me entiende. ¡Dios está llorando! Tú asimismo lloras por mi mal, por la desaparición de la gente que amo, por las adversidades que enfrento. Lloras amargamente por el hecho de que me amas tanto. Y no solo andas llorando por mí. Lloras por la guerra, por el apetito, por la desnudez de los hombres, por la avaricia de los poderosos, por la indiferencia de los ricos. Lloras por los pequeños, por las mujeres y los hombres que padecen los errores de sus hermanos. Dios llora por el hecho de que el hombre llora. Pero asimismo eres el Dios-hombre. Absolutamente nadie sino más bien tú solo ha resucitado a un fallecido tras 4 días. Esto debería sorprenderme y él jamás se acostumbrará al hecho de que es cierto que los fallecidos resucitan. Eres un Dios para quien nada es realmente difícil; Eres un Dios fuerte, poderoso y sabio. No eres el Dios opresor, despiadado y enojado. Eres el hombre que Dios precisa y tiene sed. Eres un Dios de clemencia. Hazme, Jesús, conocerte mejor por medio de este pasaje, y ayúdame a sentirme interpelado por tus expresiones y movimientos. En ellos se ocultan los enormes bienes de mi vida.
“Jesús entendió asimismo en su persona el temor al padecimiento y a la desaparición, el chasco y la tristeza por la traición de Judas y Pedro, el mal de muerte de su amigo Lázaro. Jesús no deja a «los que quiere». Si Dios lloró, yo asimismo puedo plañir a sabiendas de que soy comprendido. Las lágrimas de Jesús son el antídoto a la indiferencia frente al padecimiento de mis hermanos. Ese llanto me enseña a sentir el mal del resto como propio, a formar parte del padecimiento y de las adversidades de quienes pasan por las ocasiones mucho más dolorosas. Siente la tristeza y la desesperación de esas personas a las que aun les han arrebatado los cuerpos de sus conocidos cercanos y que no tienen no un espacio para reposar. Los que creen en él no tienen la posibilidad de contestar a las lágrimas de Jesús. En su compasión, asimismo nosotros nos encontramos llamados a consolar.” (Homilía del S.S. Francisco, 5 de mayo de 2016). | CC BY 2.0
A lo largo de su historia terrena oró y oró, con enorme lamento y lágrimas, para aquel que podía salvarlo de la desaparición, y fue contestado por su humilde sumisión (Hebreos 5,7)

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