Cómo mejorar en la Iglesia

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Eva Galvache, co-música y co-directiva

Índice
  1. Mediano período
    1. Descubra de qué forma se ve un acólito en contexto.

Mediano período

1. Emplea y lleva a cabo tácticas a fin de que tus servicios sean mucho más participativos. La utilización de métodos de participación en sus servicios conseguirá varios desenlaces. O sea algo que vimos en los servicios del ministerio de pequeños, donde les solicitamos que lean las escrituras, admitan la oferta, canten y de otras formas. ¿Por qué razón no haces lo mismo con los mayores?

2. Desarrolle un aparato de medios digitales en su iglesia. Habitamos una temporada donde la tecnología digital y las comunidades nos dejan comunicar el evangelio en nuevos medios. Es esencial desarrollar un aparato que trabaje con medios digitales.

Descubra de qué forma se ve un acólito en contexto.

A lo largo de unos 50 años, las iglesias tuvieron bastante éxito en integrar a los pequeños en sus programas de discipulado. Asimismo tienen muchas opciones para lunamieleros y familias. Pero, ¿qué ocurre con esas personas que tienen inconvenientes para localizar compañerismo o solteros en su iglesia? ¿Qué sucede con los progenitores que en este momento tienen las manos vacías? ¿O jubilados que no tienen la posibilidad de proceder a la iglesia? ¿Qué sucede con esas personas que no encajan en las categorías habituales de la iglesia? Considere invitar a personas con las que comunmente no se relaciona a su hogar para empezar a estudiar y medrar juntos. Invite a una discusión sobre el género de relaciones de discipulado que la multitud desea. Piense en de qué forma la charla podría ser afín o diferente a su visión de lo que se piensa que es el discipulado. Ser el cuerpo de Cristo significa ser útil con distintas personas, dentro aquellas que están en una época diferente de la vida. Trabaja para vivir fuera de tu región de confort. Y hacer espacio para evaluar novedades juntos.

Varios líderes de la iglesia me dijeron que jamás fueron acólitos intencionales o permanentes. Estas personas precisamente tenían guías, aconsejes, conjuntos de acompañamiento pastoral y amigos. Pero lo que escuché fue: “Sospecho que no hago acólitos por el hecho de que jamás fuí un acólito. Piensa en quién se fundamenta tu ministerio o a quién admiras. Quizás sea alguien cuya vida le agradaría emular por el hecho de que revela precisamente el cariño de Cristo, en lo personal y entre el resto. ¿De qué manera podrías hacerle entender intencionalmente a esta persona que la respetas y esperas vivir una vida afín a la suya? Pregúntale si tiene espacio para pasar tiempo contigo, quizás una hora o una comida. Haz que este instante sea personal a fin de que tu vida empieze a parecerse mucho más a él y, más esencial aún, a la vida de Cristo.

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Juan de Jesus

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