Por qué debemos amar a la Iglesia
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La narración de la iglesia es triste: está llena de ministros pecadores (yo soy uno). Es cierto. Pero asimismo está repleto de beatos (Juan Pablo II es uno) y ese es el otro fundamento de mi amor. Los santurrones son la Iglesia, son los que justifican su vida, son los que no dejan que perdamos la fe en ella. La Iglesia aparente es lo que observamos de lo invisible, pero como poseemos los ojos enfermos, solo observamos las áreas enfermas de la Iglesia. Es mucho más cómodo. Si pudiésemos ver a los beatos, deberíamos ser como ellos. No obstante, nos es mucho más beneficioso «calmarnos» observando solo sus zonas oscuras, que sentimos tanto el exitación de criticar como la calma de entender que todo el planeta es tan mediocre como nosotros. . Si no fuésemos tan humanos, veríamos mucho más los elementos divinos de la Iglesia, que no observamos por el hecho de que no merecemos observarlos. Esta es otra razón para querer a la Iglesia.
Apasionado de la Iglesia
Francisco asimismo mentó que el día de hoy es común «criticar a la Iglesia, apuntar las incongruencias, existen muchas, indicar los errores, que son verdaderamente nuestras incoherencias, nuestros errores, pues la Iglesia siempre y en todo momento fué una red social pecadora que ha recibido la clemencia de Dios». “Preguntémonos, insiste, si, en el fondo de nuestro corazón, amamos a la Iglesia como es. Pueblo de Dios en sendero, con muchas restricciones, pero con un enorme deseo de ser útil y querer a Dios.
La Iglesia como sacramento de la reconciliación
En el cariño de Dios siempre y en todo momento hemos amado socorrer del pecado, que nos dejaba lejos y que solo nos traía suerte. Este deseo se realizó situación. Envió a su Hijo a fin de que pudiésemos reconciliarnos con él a través de la distribución de su vida. ¡Qué esencial es rememorar siempre y en todo momento esta situación: qué grave es el pecado humano, que requerimos del sacrificio de Jesús para volver a poner la comunión con el Padre! Y en la medida en que nos asista a rememorar la pasión y muerte de Jesús, a fin de que no perdamos de vista que el «Reino de Dios no es de este planeta» y que este acto de amor era preciso pues nuestra pelea contra «Principios y Potestades» es que -nos atacan en todo momento. Además de esto, al meditar en la pasión y muerte de Jesús, meditamos sobre el cariño infinito de Dios por todos nosotros y que solo desea el ingreso a la vida eterna.
«El Espíritu es esa fuerza interior que armoniza el corazón de Cristo y lo impulsa a querer a sus hermanos como él los amó» (Deus Caritas est, n. 19)
El orden es que camines enamorados
Este es un círculo que andamos enamorados, el cariño es almacenar las señales de la persona, ¿y cuál es el saber?, que nos amamos, no es la única identificación, pero es la primera, no la única identificación. eres hijo de Dios, pero lo primordial es que te reconozcamos como hijos de Dios. El cariño que debemos tener el el uno por el otro.
1 Juan 3:diez-16
Prueba del amor de Dios
La iglesia no modela un signo genérico de amor. Lo que debemos probar es el cariño de Dios en Cristo: “Como yo les he amado, de este modo asimismo les amáis unos a otros. En esto van a conocer todos que sois mis acólitos, si les amáis los unos a los otros” (Juan 13, 34-35). Jesús reitera que que el planeta va a saber que somos sus acólitos, no por nuestro amor por el planeta, pero eso es verdad, sino más bien por nuestro amor mutuo. Por medio de nuestras prácticas bíblicas de ofrecer expresiones y acciones piadosas, exponemos de qué manera es el cariño de Cristo.
El planeta cree comprender el cariño. No es de esta manera. Solo conoce el cariño por los juegos de suma cero: «Deseo querer menos a el resto a fin de que logres quererme mucho más». No obstante, el cariño de Dios es un amor generativo. Crea mucho más de ti. Mire esto en Juan 17: el Padre quiere al Hijo, y el Hijo quiere al Padre. El Padre y el Hijo mandan el Espíritu para hacer personas que van a recibir el cariño del Padre por el Hijo. Y a través del Espíritu, aprenden a querer a Dios y quererse unos a otros como el Padre, el Hijo y el Espíritu se adoran.
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